Lo que hace el Espíritu Santo

“Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús”. Hechos 4:29-31


Sólo pasaron unas pocas semanas, cincuenta días, entre la crucifixión y Pentecostés. Ese día, los discípulos salieron a las calles de la ciudad donde el Señor había sido crucificado, predicando que Jesús era el único camino de salvación. Estos eran los mismos hombres que habían huido aterrorizados cuando arrestaron a Jesús. Estos eran los mismos hombres que Jesús encontró acurrucados en una habitación cerrada con llave el domingo de Pascua. Este era el mismo Pedro que negó tres veces conocer a Jesús o ser su seguidor.

Sin embargo, en Pentecostés, todo fue diferente. Estos hombres que habían estado aterrorizados se convirtieron en valientes testigos del evangelio. Miles se salvaron en esos primeros días de la iglesia primitiva. ¿Qué hizo la diferencia? Los discípulos fueron transformados cuando el poder del Espíritu Santo tomó el control de sus vidas. No se habían vuelto de repente más valientes en sus propias fuerzas, pero fueron fortalecidos por el Espíritu Santo. “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7).

Todos nuestros esfuerzos, habilidades, métodos y programas se reducirán a nada si trabajamos con nuestras propias fuerzas. Es solo en el poder del Espíritu Santo que nos convertimos en testigos fieles de los perdidos. Como dice el antiguo himno: "Todo es en vano a menos que descienda el Espíritu Santo". El Espíritu Santo juega muchos papeles en la vida del creyente, pero uno de los más importantes es que nos da poder para testificar.


Principio del evangelio para ser edificado: Dependa enteramente del Espíritu Santo quien lo capacitara para la obra y fortalecerá haciéndolo efectivo.


14 de abril - LEER 1 Reyes 8-9 - En el tiempo de Moisés, el arca del pacto tuvo la vara de Aarón, el maná y los diez mandamientos ¿qué estaba todavía adentro cuando la pusieron en el templo nuevo?