Jesús es digno


“Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos. Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos? Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo”. Apocalipsis 5:1-3


Esteban Mills tardó treinta segundos en abrir la caja fuerte en el sótano del Museo Vermillion Heritage en una pequeña ciudad canadiense a unas 300 millas al noreste de Calgary. La caja fuerte había pertenecido al Hotel Brunswick, que cerró en la década de 1970. Fue donado al museo histórico, pero nadie conocía la combinación. Durante cuarenta años, varios cerrajeros y expertos en cajas fuertes intentaron abrirlo sin éxito. Incluso el fabricante de la caja fuerte no pudo proporcionar una combinación.

Mills llevó a su familia a visitar el museo en mayo de 2019. Cuando el guía turístico le mostró la caja fuerte y compartió la historia, Mills la miró por unos momentos y luego intentó una combinación simple. Más tarde dijo: “Tengo que bajar y probar esto para reírme. Lo estaba haciendo como una broma". Todos se sorprendieron cuando se abrió la caja fuerte. Todos los que habían venido antes habían fracasado, pero Mills lo logró.

Cuando el apóstol Juan vio su visión del cielo, lloró cuando se dio cuenta de que nadie era digno de abrir los sellos. El ángel le dijo a Juan que Jesús, habiendo prevalecido sobre la muerte y el sepulcro, era digno. Tenemos un Salvador amoroso que es nuestro consuelo. Pero nunca debemos olvidar que Él también es el Rey del Cielo, el Señor omnipotente y todopoderoso. Él se entregó a sí mismo por nosotros y es digno de nuestra adoración y entrega. “Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación” (Apocalipsis 5: 9).

 

Principio del evangelio para ser edificado: Él se entregó a sí mismo por nosotros y es digno de nuestra adoración y entrega.


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