Un silbo apacible

“Él le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado.”

1 Reyes 19:11-12 


Después de una gran victoria espiritual en el monte Carmelo, Elías esperaba un cambio, un despertar espiritual en Israel. Pero en lugar de eso, Jezabel amenaza su vida; y el profeta, agotado y con miedo, huye al desierto, para estar solo. 


Allí, en la soledad del desánimo, Elías le pide a Dios que le quite la vida. Es una escena profundamente humana y real, se muestra vulnerable ante Dios. Elías, ese hombre de fe, ahora se siente derrotado, sin fuerzas, solo y profundamente desanimado. 


Pero Dios, en lugar de reprenderlo, le muestra Su amor, lo cuida. Le da comida, descanso y tiempo. Luego, lo llama a un encuentro en el monte Horeb. Y allí le enseña una verdad poderosa: la presencia de Dios no siempre se manifiesta en lo espectacular, lo grande o lo que todos están mirando, sino en lo silencioso. No en el terremoto, ni el fuego, sino en ese silbo apacible y delicado. Así es Dios, está en lo calmado. 


Dios se revela en la quietud, en lo íntimo, dónde nadie más está mirando, donde es solo usted y Él. En un silbo apacible y delicado, donde las circunstancias no hablan fuerte. Así consoló a Elías y le recuerda que no está solo. Todavía hay un Dios de poder y amor con él. 


Muchas veces nos encontramos como Elías, después de presenciar grandes victorias espirituales y grandes cosas de Dios obrando, encontramos el desánimo, soledad y turbación en nuestras vidas. Lo que necesitamos hacer es calmar y encontrar en silencio la voz suave de Jehová.


¡Dios sigue hablando! Pero muchas veces Su voz viene en silencio: en la Palabra que leemos a solas, en nuestro momento de devocional, en una oración sincera, en la paz que inexplicablemente sentimos en medio de la tormenta. Dios quiere que estemos quietos aun cuando parece que todo está derrumbando. 


Hoy, deténgase. Guarda silencio. Llore si necesita hacerlo. Apague el ruido de sus pensamientos y de su entorno. Y deje que Dios hable, escuche, Dios está ahí. En lo íntimo. En lo profundo de su corazón, dónde usted piensa que Él no está. ¡No se desespere! Así como Dios cuido de Elias, también está cuidando de usted, aunque lo esté ignorando. 


Dios está en un silbo apacible y delicado; solo necesita parar y quedarse quieto para apreciar Su silbo. 


Video de hoy: https://youtu.be/3AlSBDqe-IU


Leer: 1 Reyes 17-19 y Proverbios 27 

Cuándo Acab se encontró con Elías, ¿cuál fue su pregunta y cómo fue la respuesta de Elías?