Un legado verdadero

“Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó.” — 1 Samuel 13:14


“Y si tú anduvieres delante de mí, como anduvo David tu padre, en integridad de corazón y en equidad, haciendo todas las cosas que yo te he mandado, y guardando mis estatutos y mis decretos, yo afirmaré el trono de tu reino sobre Israel para siempre…” — 1 Reyes 9:4-5


“Y Roboam hizo lo malo, porque no dispuso su corazón para buscar a Jehová.” — 2 Crónicas 12:14


Todo comenzó bien. David, aquel pastorcito de Belén, fue llamado “varón conforme al corazón de Dios”. No fue un hombre perfecto, pero sí sincero. Su corazón latía con obediencia. Amaba la Palabra de Dios. Cantaba salmos. Se arrepentía cuando fallaba. Fue un hombre que edificó su vida sobre una relación genuina con el Señor.


Su hijo Salomón heredó un reino fuerte, una herencia rica… y una oportunidad de oro. Comenzó bien. Pidió sabiduría. Construyó el templo. Pero con el tiempo, su corazón se dividió. Se dejó llevar por las riquezas, las mujeres extranjeras y otros dioses. Lo que era real para su padre, se volvió en él una rutina.


Y su hijo Roboam… simplemente abandonó a Dios. No lo buscó. No lo obedeció. No tuvo un corazón enseñable. Lo que en David fue pasión, en Salomón se volvió sabiduría intelectual, y en Roboam… indiferencia.


Padres, ¿qué estamos dejando? ¿Qué pasó? ¿Cómo se pierde la fe en solo dos generaciones?

La respuesta está en el corazón. David vivió su fe. No solo hablaba de Dios: lo amaba. Oraba. Enseñaba. Cantaba. Se arrepentía. Su fe era visible y auténtica.


Salomón recibió instrucciones, pero tal vez no imitó el ejemplo con la misma pasión. ¿Y Roboam? No conoció a Dios en forma personal. Quizá vio un palacio, rituales, enseñanzas, pero no un padre que vivía la fe de manera viva y real.


Estimado padre, su mayor tarea no es solo proveer educación, casa y comida. Es mostrar a sus hijos cómo se ve una vida rendida a Dios. Ellos no solo necesitan oír sermones: necesitan verle obedecer, verle pedir perdón, verle buscar a Dios con gozo y entrega.


La fe no se puede heredar como una propiedad o una cuenta bancaria. Pero sí se puede dejar un ejemplo que arda en el corazón de sus hijos. ¿Sus hijos le ven orar con sinceridad? ¿Le ven pedir perdón cuando se equivoca? ¿Le oyen hablar de Dios con amor y no solo como una obligación? David dejó un ejemplo. Salomón lo desdibujó. Roboam lo perdió. Que su historia sea diferente. Que sus hijos vean en usted un cristianismo real, firme y vivo.


Oración: Señor, ayúdame a vivir una fe que deje huellas profundas. Que mis hijos vean en mí lo que significa seguirle de verdad. Que no solo hable de Tí, sino que viva para Tí cada día. Forma en mí un corazón como el de David, para que mis generaciones también Te conozcan y Te amen. Amén.


Leer: 2 Crónicas 10-12; Proverbios 24

¿Por cuánto tiempo anduvo Roboam en el camino de David y de Salomón?