¿Qué hay en su corazón?

“Mas en lo referente a los mensajeros de los príncipes de Babilonia, que enviaron a él para saber del prodigio que había acontecido en el país, Dios lo dejó, para probarle, para hacer conocer todo lo que estaba en su corazón”.

2 Crónicas 32:31


¿Qué hay realmente en su corazón? Ezequías fue un hombre que caminó con Dios — derribó ídolos, restauró la adoración en el templo y confió en Dios frente a un enemigo poderoso. Pero incluso este hombre de fe enfrentó momentos en que lo que estaba oculto en su corazón fue expuesto. Cuando los enviados babilonios vinieron, Dios lo dejó solo por un momento, no para abandonarlo, sino para probarle, para revelar lo que verdaderamente había dentro de él. Esta historia aparece en tres pasajes de la Biblia, lo cual indica que Dios realmente desea que prestemos atención. Hay un mensaje que Dios quiere comunicar sobre el orgullo, la prueba del corazón y la reacción del hombre ante la bendición y la atención del mundo.


Todos enfrentamos momentos así. Tiempos en los que Dios permite que nuestras decisiones y reacciones revelen lo que realmente habita en nuestro interior. ¿Somos constantes — o solamente piadosos por momentos? Ezequías tuvo altas y bajas. A veces buscaba la dirección de Dios con humildad. Pero en otras ocasiones actuaba con orgullo, autosuficiencia o vanidad.


Nosotros también podemos ser así. Un día oramos fervientemente, caminamos cerca del Señor… y al día siguiente, defendemos nuestro orgullo, ignoramos el pecado o tomamos decisiones sin consultar a Dios. Pero Dios no busca una devoción a medias. Él desea un corazón constante, humilde y firme, no uno que cambia con las emociones o las circunstancias. Muchos pueden mantener una apariencia espiritual. Pero cuando viene la prueba, ¿qué sale del corazón? ¿Orgullo? ¿Pecado oculto? ¿Deseo de hacer las cosas a su manera en lugar de la de Dios? ¿Un corazón que se ofende fácilmente, que se desanima pronto, o que se impresiona con la alabanza humana?


Ezequías mostró a los babilonios todos sus tesoros — su riqueza, fuerza y éxito — pero no les mostró a su Dios. Ese momento reveló el orgullo sutil que se había infiltrado en su corazón.


“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.” (Proverbios 4:23)


Necesitamos vigilar nuestro corazón con diligencia. No sólo protegerlo de influencias externas, sino también observar lo que ya hay dentro: pensamientos, motivaciones, deseos y actitudes. Pregúntese:

¿Busco la dirección de Dios en todo — o solo en las crisis? ¿Soy pronto para arrepentirme cuando Dios revela orgullo o pecado? ¿Refleja mi vida un corazón rendido por completo al Señor?


Si Dios probara su corazón hoy, ¿qué encontraría?


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Leer: 2 Crónicas 32-33; Proverbios 3

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