Vacío de todo, excepto de Amor
“y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”.
Filipenses 2:8-11
Una de las cosas que me gusta de la Navidad es que, cuando la observamos como deberíamos, Jesús es el centro y el foco de nuestra atención. Él se merece todas las alabanzas, la gloria y adoración que nos sea posible darle. Jesús es el Creador de todo, sin embargo, Él dejó atrás el esplendor de los cielos y, como Charles Wesley lo expuso en el antiguo himno Maravilloso es el gran amor: “De todo ello se despojó por rescatar al pecador”.
Él su celestial hogar abandonó,
Dejando posición, gloria y honor;
De todo ello se despojó
Por rescatar al pecador.
Debemos adorar y dar gracias durante todo el año, pero en esta época del año centramos nuestra atención en el don de su amor de una manera especial. La salvación es un regalo maravilloso que recibimos sólo por la gracia, el don de Jesús mismo está más allá de cualquier cosa que podamos imaginar.
Lo tenía todo, pero lo dejó para que como dijo Pablo "…con su pobreza fueseis enriquecidos" (2 Corintios 8:9). Al celebrar la Navidad este año, tómese el tiempo para alabar a nuestro maravilloso Señor y Salvador, que es el regalo de Navidad. Su nombre santo y sublime está por encima de todos los demás, y es a través de Su gracia y sacrificio que nos convertimos en hijos de Dios.
Principio de hoy para permanecer Arraigados: Jesús despojó de sí mismo de que nosotros fuésemos hechos completos en él y llenos de toda la plenitud de Dios.