Hisopo y nieve
“Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve.”
Salmos 51:7
Mientras que este versículo es algo conocido, es algo que en realidad mucho no entienden. Veamos hoy…
Cuando el salmista dice "Purifícame con hisopo", está usando una imagen profundamente simbólica del ritual de purificación en la antigua tradición israelita. El hisopo era una planta pequeña y aromática, utilizada no por sus propiedades curativas, sino por su papel en los rituales sagrados. Se usaba para rociar sangre o agua en ceremonias de limpieza, especialmente en casos de lepra o en la purificación de objetos o casas. Al pedir ser purificado con hisopo, el salmista no habla de una limpieza superficial, sino de una purificación profunda y completa, como la que un sacerdote realizaba al declarar a alguien limpio ante Dios. Es una súplica de limpieza espiritual, un deseo de que el pecado sea eliminado desde lo más profundo del ser, no solo perdonado, sino arrancado de raíz. Está pidiendo ser restaurado en su relación con Dios, limpio por dentro y por fuera.
El blanco de la nieve no se parece a ningún otro blanco que puedas imaginar: es una suavidad hecha visible. No es un blanco vacío o estéril como el del papel o una pared, sino una presencia viva y resplandeciente. Imagina el color de la leche fresca mezclado con luz, o el brillo pálido de la luz de la luna atrapada en un suspiro. A la luz del día, resplandece con una brillantez suave, casi como si la nieve reflejara el cielo mismo. En la sombra o bajo las nubes, adquiere un tono más frío, azulado, como el susurro silencioso del aire invernal.
No solo se ve blanca—se siente blanca. Nítida, limpia y pura. En el suelo, es una superficie lisa e ininterrumpida, suave como azúcar en polvo y, a veces, centelleante con una capa de diminutos cristales de hielo que capturan el sol como pequeñas estrellas. También hay un silencio que la acompaña, ya que la nieve amortigua el sonido, haciendo que su blancura parezca aún más profunda—una extensión tranquila e infinita de quietud hecha visible.
Meditemos en el hisopo y la nieve hoy y pidamos a Dios que nos purifique y nos limpie por completo. Desde adentro hacia afuera, perdón, arrepentimiento, blanco, completo y solo por Cristo.
“Justificado ante Ti,
Santificaste mi vivir,
Y mi perdón pagaste Tu
Al derramar Tu sangre aquí.”
Leer: Salmos 32, 51, 86, 122; Proverbios 14
Anote todos los versículos que hablan sobre el perdón de pecado.