Un recordatorio
“¿Y tú buscas para ti grandezas? No las busques; porque he aquí que Yo traigo mal sobre toda carne, ha dicho Jehová; pero a ti te daré tu vida por botín en todos los lugares adonde fueres”.
Jeremías 45:5
Baruc, el escriba de Jeremías, se encontraba en medio del desánimo, dolor, frustración y probablemente cansancio físico y espiritual. En medio de su “tormento” Dios le habla por medio de Jeremías.
Probablemente Baruc pensaba que Dios no estaba pendiente de cómo él se sentía, o que no estaba interesado en tratar con lo que estaba pasándole. Sin embargo, ahí es donde encontramos una respuesta de Dios para él. Nuestro Dios sí conoce nuestro dolor, nuestro sentir y nuestro pensar. Él sabe lo que sentimos. Dios no ignora las cargas individuales. Aunque el juicio nacional estaba en marcha, el Señor se detiene a atender a Baruc de manera personal.
Baruc estaba pensando en sí mismo, buscando la grandeza aun en tiempos difíciles, tanto para su nación como en su propia vida. En momentos de crisis y quebranto, nuestra prioridad no debe ser la ambición o la comodidad personal, sino mantenernos fieles y humildes. Afrontar el desánimo de otra manera puede atrasar la obra que Dios desea hacer mientras atravesamos la prueba. Cuando enfrentamos dificultades, nuestra tendencia puede ser aferrarnos a logros, seguridad o reconocimiento personal. Pero Dios nos enseña que en tiempos de crisis lo más importante no es alcanzar grandezas humanas, sino mantenernos firmes en la fe y en la obediencia.
Muchas cosas malas estaban pasando alrededor de Baruc, pero aun así Dios estaba cuidando de Sus siervos, de él y de Jeremías. Aunque venía destrucción sobre toda la tierra, Dios le prometió a Baruc: “He aquí que Yo traigo mal sobre toda carne… pero a ti te daré tu vida por botín en todos los lugares adonde fueres” (v. 5). Esto nos enseña que Dios protege a los que le sirven, aun en medio de tiempos difíciles. La verdadera seguridad no está en las circunstancias, sino en la promesa de Dios. Y cuando creemos Su promesa, podemos experimentar la paz que solo Él puede darnos.
Muchas veces el servicio a Dios implica sacrificio, pero no para victimizarnos, sino entendiendo que el fruto es eterno y la recompensa proviene de Él. Baruc, como escriba de Jeremías, compartía el peso del ministerio. Su dolor refleja que servir a Dios muchas veces trae oposición, cansancio y desánimo. Pero también vemos que el Señor sostiene y da esperanza a quienes perseveran en Su llamado.
¿Cuántas veces nos sentimos como Baruc? Fatigados, agobiados, deseando que las cosas cambien rápidamente. Tal vez hemos buscado “grandezas”: soluciones rápidas, éxitos humanos, estabilidad terrenal. Pero Dios nos recuerda que lo más valioso es Su presencia y Su cuidado sobre nuestra vida.
En Cristo, Dios también nos dice: “enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”. (Mateo 28:20). Lo que tenemos asegurado en Él es mucho más que cualquier grandeza terrenal: es la vida eterna y la certeza de que nunca estaremos solos.
Este día recuerde: aunque todo parezca difícil, el dolor sea fuerte, y el desánimo invada nuestros pensamientos y acciones, no estamos solos. Dios está ahí para atendernos personalmente.
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Leer: Jeremías 41–45 y Proverbios 20
Según las palabras de Jehová, ¿qué le pasaría a Nabucodonosor?