Nuevos son cada mañana
“Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré”.
Lamentaciones 3:22-24
Lamentaciones es un libro que canta en lágrimas. Fue escrito como un lamento, un canto fúnebre después de la destrucción de Jerusalén. Verso tras verso, Jeremías describe la angustia, el dolor y la devastación de su pueblo. Sin embargo, en medio de ese valle de lágrimas, justo en el corazón del libro, surge un canto de esperanza. Es como si Dios hubiera colocado estos versículos en el centro de la oscuridad para recordarnos que la misericordia brilla más fuerte cuando todo alrededor parece perdido.
Estas palabras no nacen de un hombre cómodo y satisfecho, sino de alguien rodeado de ruinas. Jeremías no tenía respuestas, ni seguridad en el futuro, pero tenía algo más firme: la fidelidad inquebrantable de Dios. La misericordia divina había sido suficiente para sostenerlo, y Jeremías se aferró a la verdad de que, aunque todo lo demás se desmoronara, Dios mismo era su porción.
La belleza de este canto es que no habla de un alivio inmediato, ni de que las circunstancias cambiarían de la noche a la mañana. Habla de misericordias que llegan diariamente, justo a tiempo. Como el sol que se levanta cada mañana, la gracia de Dios se renueva para dar fuerza suficiente para el día presente. Jeremías no tenía todo lo que quería, pero tenía todo lo que necesitaba en Dios.
Un ejemplo conmovedor de alguien que vivió esta realidad es Horatio Spafford. Era un abogado y hombre de negocios en Chicago en el siglo XIX. Después de perder gran parte de sus bienes en el gran incendio de Chicago, envió a su esposa y a sus cuatro hijas en barco a Europa mientras él resolvía asuntos. En el viaje, el barco naufragó y sus hijas murieron; solo su esposa sobrevivió. Horatio tomó un barco para reunirse con ella, y mientras pasaba por el lugar donde sus hijas se habían hundido, escribió las palabras del himno: “Tengo paz con mi Dios”. Él pudo cantar en medio de una pérdida inimaginable porque conocía lo mismo que Jeremías: que la fidelidad de Dios sigue siendo grande, que Su misericordia sostiene aun cuando la vida se derrumba, y que Dios mismo es nuestra porción suficiente.
Así también para nosotros: cuando enfrentamos tiempos inciertos, pérdidas dolorosas o pruebas prolongadas, estas palabras nos recuerdan que Dios no nos ha abandonado. Sus misericordias no se acaban, se renuevan cada mañana. Hoy, quizá no veas el camino claro, pero puedes confiar en que la gracia de Dios será suficiente para sostenerte. Y cuando todo lo demás se derrumbe, podrás decir como Jeremías: “Mi porción es Jehová; por tanto, en Él esperaré”.
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Leer Lamentaciones 3-5; Proverbios 26
En Lamentaciones 5:19-22, ¿cómo termina Jeremías su oración por el pueblo, y qué petición hace a Dios a pesar de la aflicción?