Corazón de carne

“Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne; para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos, y los cumplan; y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios”.

Ezequiel 11:19-20


El pueblo de Israel había endurecido su corazón frente a Dios, viviendo en desobediencia y rebelión. Sin embargo, en medio de su pecado y exilio, el Señor les dio una promesa: Él mismo transformaría sus corazones.


Este pasaje nos recuerda que la verdadera transformación no viene de nuestros esfuerzos, sino del poder de Dios obrando en lo más profundo de nuestro ser. No se trata de que usted intente vivir la vida cristiana en sus propias fuerzas, sino en la fuerza del Señor. El “corazón de piedra” simboliza dureza, orgullo e indiferencia hacia la voluntad de Dios. Un corazón así no puede amar, obedecer ni buscar al Señor. Necesita ser reemplazado, no solo reparado. En cambio, el “corazón de carne” es sensible, humilde y dispuesto a obedecer; es un corazón que escucha, se arrepiente y ama.


Cuando Dios le da a usted un corazón nuevo y un espíritu renovado, no solo cambia su manera de sentir, sino también su forma de vivir. La obediencia deja de ser una carga y se convierte en una respuesta de amor. Así se cumple el propósito más grande: que usted sea parte de Su pueblo, y que Él sea su Dios. No es solo un privilegio recibir un corazón nuevo, también es un llamado: “andar en mis ordenanzas, y guardar mis decretos”. La gracia de Dios le capacita a usted para vivir para Él.


Hoy recuerde: la transformación viene de Dios. Solo Él puede darle un corazón de carne, y solo por Él usted puede obedecer. Su obediencia fluye de amar genuinamente al Señor. Y sobre todo, no olvide que la meta es vivir para Él, andar en Él y tener una relación real con Él. Disfrute de un corazón sensible, obedezca y gócese en la presencia de Dios.


Video de hoy: https://youtu.be/22KlS1j7vU4


Leer: Ezequiel 9–12 y Proverbios 29

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