Sabréis que Yo soy Jehová

“Y sabréis que yo soy Jehová, cuando sus muertos estén en medio de sus ídolos, en derredor de sus altares, sobre todo collado alto, en todas las cumbres de los montes, debajo de todo árbol frondoso y debajo de toda encina espesa, lugares donde ofrecieron incienso a todos sus ídolos”.

Ezequiel 6:13


Algo que resalta en el capítulo 6 de Ezequiel es el pecado de la idolatría. Israel buscó seguridad y prosperidad en dioses falsos, pero en esos mismos lugares donde buscaron vida, encontraron muerte. Ellos repitieron este estilo de vida una y otra vez, pero nosotros no debemos repetir sus errores.


A veces podemos parecernos al pueblo de Israel, porque también perdemos el enfoque y dejamos que otras cosas ocupen el lugar de Dios en nuestras vidas. Sin darnos cuenta, comenzamos a dar más valor al dinero, al poder, al placer, al éxito, a las personas o incluso a nuestro celular y computadora. Estos pueden convertirse fácilmente en “ídolos modernos”. Pero así como los ídolos antiguos no pudieron salvar al pueblo, tampoco lo pueden hacer los nuestros hoy.


Así como Israel cosechó dolor y ruina por apartarse de Dios, también nuestras decisiones lejos de Él siempre nos traerán consecuencias difíciles. Israel confió en lo que no podía salvarles, y al final descubrieron que solo Dios es suficiente. ¿Está usted confiando realmente en el Señor, o depende más de lo que ya tiene —sus bienes, dinero, o incluso su propia salud?


La frase “y sabréis que yo soy Jehová” se repite en Ezequiel muchas veces. Dios permite tanto la bendición como la disciplina para que Su pueblo lo reconozca como el único Dios verdadero. El pueblo intentó combinar a Jehová con otros cultos, pero eso solo provocó su destrucción. Nuestra adoración debe ser íntegra y pura, únicamente para Él.


Dios no acepta un corazón dividido. No podemos servir a dos señores, no podemos confiar en nuestros bienes y al mismo tiempo en Dios. El dinero, el trabajo, el éxito, la tecnología, el placer o las personas pueden convertirse en “altares” que ocupan el lugar que solo pertenece a Dios.


Hoy Dios nos hace un llamado a derribar esos altares que sustituyen el lugar de Dios en nuestras vidas. Si algo le está estorbando para que Dios sea primero, tírelo, llévelo cautivo a la obediencia de Cristo, evítelo, confiéselo, y regrese al altar especial de comunión con su Dios.


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Lectura: Ezequiel 5–8; Proverbios 28

¿Qué frase se repite en la lectura de hoy?